La llegada de la pandemia de la COVID-19 hace ahora aproximadamente año y medio ha provocado que la vida de los ciudadanos a nivel mundial cambie. Y no sólo es el hecho de llevar mascarillas o distanciarnos socialmente, sino que la clase política – y no se puede meter a todos los políticos en el mismo saco – ha empezado a tratarnos como idiotas y a hacer de nosotros unas simples marionetas, imponiendo toda clase de medidas dizque para protegernos de los contagios masivos.
Para comenzar se nos prohibieron los desplazamientos, algo que en su momento fue entendible, ya que la situación estaba descontrolada y había que buscar soluciones a la desesperada. Sin embargo, que esa prohibición se extendiese durante más de cuatro meses entre municipios limítrofes… eso son soluciones fáciles.
Después el ministro de Izquierda Unida de Consumo del Gobierno de España, Alberto Garzón, pide a sus conciudadanos que no consuman tanta carne en beneficio de su salud y en busca de reducir las emisiones de gases invernadero hasta un 50%. Como si fuese un nutricionista, “invita” a los españoles a cambiar su dieta y consumir más legumbres, verduras o arroces.
Si seguimos con “prohibiciones”, este verano en España, en plenas olas de calor, el uso del aire acondicionado se convirtió en algo prohibitivo. Un lujo para muchos ciudadanos que, debido a la gran subida de la tarifa de la luz, han tenido que recortar en su día a día. De la misma forma, el uso de otros electrodomésticos se rige ahora por unos tramos horarios de tarifas que el Gobierno de España ha fijado y que “invita”, de nuevo, a cambiar las costumbres de las familias readaptando sus vidas a lo que se impone desde Moncloa para que sus economías no terminen de hundirse (teniendo en cuenta la época pos pandemia en la que vivimos).
Por si todo esto fuese poco, llega una de las últimas medidas para cargarse la vida social de las ciudades: limitar el uso del coche en los cascos urbanos hasta conseguir su prohibición. Este debate se vivió en la ciudad de Madrid hace unos pocos años con la aprobación de Madrid Central. En su momento se prohibía el acceso a la llamada almendra central a todo aquel que no tuviese justificado su acceso por motivos de residencia o laborales. Además, se limitaba la velocidad a 30 km/h, y de esta forma se pretendía conseguir mayor seguridad para peatones y ciclistas. Pero por otro lado, también se limitaba la vida en el centro de la ciudad, lo que conllevaba un perjuicio para comerciantes y hosteleros. Esta medida fue tumbada parcialmente, pero lo que sí se impuso en toda España el 11 de mayo de este año fue la medida de circular a 30 km/h en vías de un único sentido y en vías con un solo carril por sentido, aunque muchas ciudades han vuelto al antiguo límite de 50km/h debido al impacto negativo que generaba en las urbes.
Algo similar está ocurriendo en París, donde su alcaldesa Anne Hidalgo, aprovechando la crisis provocada por la pandemia y los consecuentes confinamientos, ha decidido sacar adelante: París Respira. Con este proyecto la alcaldesa aumenta los km de carril bici existentes en la ciudad, ya casi quintuplicó la cantidad desde que llegó a la alcaldía. También disminuirá el número de plazas de aparcamiento en cerca de 70.000, cediendo dicho espacio a terrazas de cafeterías y restaurantes, lo que hará subir el precio del estacionamiento en el centro de la ciudad. Pero las prohibiciones no acaban aquí, ya que ha creado las “calles de los colegios”, peatonalizando los alrededores de colegios dizque para dar seguridad a la llegada de los colegiales.
Pero su ambición no acaba aquí, ya que para 2022 tiene previsto suprimir la circulación del centro histórico de París, pero que por el momento mantiene en stand by debido a la proximidad de las elecciones.
Con tanta prohibición del estilo de: no comas carne, no viajes, no fumes, no pongas el aire acondicionado, no uses el coche… ¿están induciéndonos a cambiar nuestros hábitos y nuestra forma de vida?¿Han puesto en marcha el liberticidio? Defendamos nuestra libertad.
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