Gracias a una combinación de eficiencia energética, cambio de hábitos y un cambio del carbón a gas natural y energías renovables, Estados Unidos estaba – hasta hace poco – en el camino de cumplir sus objetivos fijados en París de reducir sus emisiones un 26% desde 2005 hasta 2025. Había reducido las emisiones un 14%, teniendo en cuenta además que la economía había crecido. Sin embargo, Donald Trump retiró a su país del Acuerdo en contra de toda la opinión mediática lo que hace pensar; ¿alguien sabe realmente lo que está escrito en el acuerdo?
Oren M. Cass, experto en políticas públicas y asesor político estadounidense, tuvo la oportunidad de leer el documento y lo califica de “farsa o fraude”; una simple recopilación de papeles firmados por todos los países donde ni siquiera es necesario que mencionen los gases de efecto invernadero y donde no hicieron más que plasmar unos objetivos que ya tenían pensado acometer. “Países como India o China se comprometían a hacer exactamente lo que ya iban a hacer de todos modos” alega el experto. En el caso de este último se comprometían a alcanzar las emisiones máximas en 2020-2030, cifra que ya de por si daban todas las previsiones al respecto previamente al Acuerdo y, a pesar de todo, la de China fue una de las mejores promesas. India, por su parte, no se comprometió en nada en concreto, simplemente en ser más eficiente, pero con menos velocidad que con lo que lo hacen actualmente. Incluso se mencionan promesas como la de Pakistán, quien habría plasmado en el Acuerdo la intención de reducir sus emisiones una vez que alcance un pico máximo hipotético, al que todavía no habría llegado. En definitiva, un acuerdo de papeles engrapados juntos y denominados “acuerdo global” pero con un fondo de “acuerdo de nada”.
Originalmente, el único país que se presentó en París con un objetivo ambicioso y muy costoso fue Estados Unidos; el presidente Obama realmente se comprometió con medidas tajantes como reducir las emisiones estadounidenses en un 25%. El expresidente sacó mucho provecho político de eso, pero el clima no cambió nada en absoluto. Por supuesto, es cierto que Estados Unidos produce el doble de gases de efecto invernadero por persona que China e India, pero no sólo está en sus manos cambiar el panorama mundial. Incluso si reducen a cero sus emisiones mañana el futuro del cambio climático sigue siendo una cuestión de lo que sucede en China y la India, países que no acaban de comprometerse con la causa.
Cuando Trump dijo que abandonaba el Acuerdo de París, los políticos de todo el mundo lo criticaron. Si el futuro son acuerdos climáticos inútiles por los que todo el mundo va a París para hablar de nada y en los que se desperdician miles de millones forzando recortes de emisiones en unos países mientras otros no hacen nada, cabe pensar si se debe estar orgulloso de rechazar este tipo de pactos. Puede que el hombre esté calentando la Tierra, pero no es un problema que parezca solucionarse con papeles vacíos de medidas y compromiso.
Trump fue muy critico con esas cumbres de personas que dicen preocuparse por el planeta mientras vuelan en sus jets privados vacíos para discutir, durante días entre comidas y charlas, un Acuerdo vacío, al mismo tiempo que dan ruedas de prensa para sacar rédito electoral. Gracias a Trump comenzamos a conocer la verdad sobre acuerdos internacionales que no solucionan ningún problema.
La solución al calentamiento global – si es que el calentamiento de la tierra es un problema permanente – será a través de la tecnología y las nuevas fuentes de energía que, por ellas mismas, sean rentables. La solución no está en desperdiciar billones de euros en subvencionar industrias que por si solas no pueden abastecer las demandas de una población que para generar riqueza necesita energía.
En el mundo occidental estamos al borde de ser absorbidos por los grandes programas verdes, en los que los recursos que deberían ayudar a las personas irán destinados a ayudar a grandes conglomerados energéticos a mantener tecnología ineficiente e incrementar progresivamente la factura energética de todos los que mantenemos estos chiringuitos.
Cuidar el planeta también implica protegerlo de los que se quieren aprovechar de él.
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