Ante cualquier reto internacional siempre hay un grupúsculo, cada vez mayor, de federalistas convencidos que claman por la creación de una fuerza militar europea para, en conjunto, hacer frente a las amenazas que se ciernen sobre la UE y sus ciudadanos...
No vamos a valorar una vez más las distintas unidades de cooperación en materia militar que existen dentro de la Unión Europea. Durante mucho años hemos estado viendo como decenas de operaciones militares son ya coordinadas entre los ejércitos del viejo continente.
Tampoco vamos a tratar la gran fuerza militar que ha cambiado el mundo desde 1945 y que, a día de hoy, sigue garantizando los derechos y libertades con los que los ciudadanos del mundo occidental contamos; la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Eso si, muy desafortunado el liderazgo de esa OTAN con los últimos acontecimientos en Afganistán, pero aún así es una organización supranacional en la que los aliados se comprometen a defenderse mutuamente y, hasta la fecha, esa palabra nunca se ha roto.
Sin embargo, la Unión Europea va más allá, quiere arrancarle los poderes a sus Estados miembros. No es una cuestión de qué le quiere robar, es una cuestión de cuánto le puede robar. En este caso es la defensa, la esencia de un país, el pilar que crea identidad y la protege frente a las injerencias externas.
La Unión Europea y sus férreos seguidores es precisamente lo que intentan; la fundación de ese pilar para crear, proteger y, si es necesario, imponer una nueva identidad en todos su Estados miembros si llegase a ser necesario.
Muchos podrán catalogar esto de conspiración o alarmismo, pero lo mismo se dijo con los mecanismos de control económico incorporados a partir del Tratado de Lisboa y hoy estamos viendo como son usados para intentar poner en vereda a los Estados miembros que no aceptan las imposiciones de Bruselas.
Un ejército común europeo podría ser malo por las razones que hasta aquí se han expuesto; la desconfianza, sin lugar a dudas, la primera de ellas. Al fin y al cabo, ¿qué mayor seguridad tenemos los ciudadanos que saber que los que nos protegen y defienden con armas son nuestros vecinos con los que convivimos a diario, padres, hijos o hermanas?
Pero ahora supongamos algo peor, pensemos bajo órdenes de quién estaría ese ejército europeo. ¿Estaría bajo el mando del único Parlamento Democrático del mundo que no puede crear leyes? ¿O estaría bajo las órdenes del consejo donde se sientan todos los líderes de los Estados miembros? Las propuestas nunca van en este último camino. Siempre se propone un ejército común europeo bajo las órdenes de un Comisario Europeo que no puede ser despedido por los ciudadanos, y que no tiene que justificar ninguna de sus acciones ante la opinión publica.
Europa y sus naciones han derramado demasiada sangre para librarse de noblezas y tiranos que se creían con el poder suficiente para ordenar vida y ordenar muerte. Europa y los europeos recuerdan perfectamente los sacrificios que millones de personas han hecho para garantizarnos un futuro independiente y libre, con cooperaciones voluntarias que mejoren las vidas de todos y, por ello, por la libertad y por la democracia, la mera visión en el horizonte de un ejército común europeo debería ponernos en alerta y prepararnos para decir no.
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Ulderico de Laurentiis • 31.08.2021.
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