Tanto Eurostat como el Banco Central Europeo detectan un fuerte aumento de la tasa de ahorro de los hogares. ...
La tasa de ahorro media de la Eurozona creció un 24,6% en términos interanuales durante el segundo trimestre de 2020, un aumento sin precedentes en toda la serie histórica. Esta tendencia refuerza el ritmo alcista registrado entre los meses de enero y marzo, cuando este mismo indicador se disparó un 16,6%.
Si repasamos los datos del conjunto de la Unión Europea, la evolución es muy parecida. De abril a junio, el aumento del ahorro ha sido del 27,4%. Durante el primer trimestre del año, la subida observada por Eurostat se situó en el 15,6%. De nuevo, hablamos de aumentos históricos.
Los datos, ajustados para descontar el efecto calendario, han sido divulgados por Eurostat, la agencia estadística de la Unión Europea. Como puede verse en el siguiente gráfico, la tendencia de este indicador en los doce últimos años ha sido más o menos estable, situando el ahorro de los hogares en el entorno del 12%. De hecho, solo se produjo un leve repunte del ahorro entre 2008 y 2009, coincidiendo con los peores momentos de la crisis.
El aumento del ahorro que se ha observado durante el primer semestre de 2020 se explica por un fuerte desplome de los niveles de consumo, que se reducen un 12,6%. Esta caída es marcadamente superior al descenso del 3,3% observado en los ingresos de las familias. Por lo tanto, aunque las familias sí han experimentado una fuerte caída en su renta, lo cierto es que el descenso de su consumo ha propiciado un aumento nunca antes visto del ahorro por hogar.
En España, el país que sufrió un confinamiento más largo y, además, un encierro de los más estrictos, se estima que la tasa de ahorro alcanzó el 31% de la renta disponible. Eliminando los efectos estacionales y de calendario, seguiríamos ante una tasa de ahorro del 22,5%. Entre los meses de abril y junio, la renta disponible bruta de las familias bajó casi un 9%, pero el desplome del consumo fue cercano al 24%. En términos monetarios, el ahorro de los hogares fue de 60.000 millones, frente a los 37.000 millones del mismo periodo de 2019. Sin embargo, este aumento del ahorro no se ha trasladado a vehículos de inversión. De hecho, la inversión de los hogares ha sido de apenas 3.700 millones, una fracción de los 60.000 millones de ahorro logrados durante el trimestre. Esos 3.700 millones suponen casi un 60% menos que los niveles observados el pasado año en el segundo trimestre. Y, si ajustamos los datos para descontar el efecto estacional y de calendario, la tasa de inversión de los hogares es del 4%.
Los datos del Banco Central Europeo
El Banco Central Europeo también ha comentado el aumento de la tasa de ahorro de las familias. Su servicio de estudios ha publicado un artículo en el que calcula la propensión a ahorrar de los hogares, un indicador que lleva dos décadas moviéndose en terreno negativo y que ni siquiera llegó a alcanzar tasas positivas durante la Gran Recesión o la crisis del euro (ver barras grises). Es por eso que lo sucedido en 2020 tiene un cariz histórico.
Los expertos del BCE parten, al igual que los técnicos de Eurostat, del hecho de que las medidas de confinamiento y las restricciones de las actividades económicas han tenido un efecto directo en los niveles de consumo. Esto significaría que parte del ahorro ha sido forzoso, es decir, se ha producido de forma involuntaria, a raíz de las circunstancias sanitarias.
Sin embargo, el informe del Banco Central Europeo también considera que una parte del aumento puede explicarse por la incertidumbre que ha generado la mala gestión de la pandemia. La torpeza de la mayoría de gobiernos a la hora de contener la propagación del covid-19 de forma eficiente y poco costosa para la economía ha hecho que las proyecciones de crecimiento se hundan y el empleo se resienta de forma casi inmediata, lo que ha tenido el efecto de aumentar el ahorro previsión.
Resulta interesante comprobar, de hecho, que las encuestas de confianza de los consumidores muestran un miedo mucho mayor al aumento del paro de lo que realmente validan las estadísticas de desempleo. Se trata de una mezcla de dos factores: por un lado, el pánico sanitario ha generado un estado de alarma continuo en torno a las consecuencias de la pandemia, de modo que las familias pueden haber asumido una mirada excesivamente pesimista del futuro económico y laboral que está por venir; por otro lado, los esquemas habilitados para permitir despidos temporales han hecho que las estadísticas oficiales de empleo no reflejen el alcance real de la crisis laboral.
Un buen ejemplo de lo segundo lo tenemos en España. Frente a un nivel de paro del 14% previa al estallido de la pandemia, los datos de septiembre reflejan una tasa subyacente de desempleo del 18,5%. Este sería el resultado de tomar en consideración la pérdida de 375.000 empleos, el cierre con prestación de 150.000 autónomos y la situación de más de 550.000 trabajadores cuyo empleo está temporalmente suspendido.
Pero, ¿qué factores han pesado más en el aumento del ahorro? El servicio de estudios del BCE considera que el grueso del aumento del ahorro se explica por el ahorro forzoso que han motivado las medidas de confinamiento y las restricciones económicas (barra azul), mientras que el ahorro precaución solo ha crecido de manera marginal (barra naranja) y otros factores no solo no han aportado ahorro sino que lo han reducido (barra roja).
La reactivación económica que arrancó durante el verano debe favorecer la recuperación del consumo, aunque el BCE sí observa un descenso claro en la propensión a asumir grandes decisiones de compra, puesto que tal indicador ha pasado de bajar un 5% a comienzos de año a caer un 20% durante el pasado mes de agosto. Cuando se mide la previsión de realizar este tipo de compras durante los doce meses siguientes, el resultado es similar, con una corrección del 15%.
Después de la normalización
Conforme han mejorado los indicadores sanitarios, las economías europeas han vuelto a recuperar parte de la actividad perdida. Aunque se espera un descenso del 9% del PIB comunitario durante el conjunto del año 2020, las cifras del segundo semestre reflejarán una aceleración progresiva de la actividad, permitiendo que el curso 2021 esté marcado por tasas de crecimiento anormalmente elevadas, aunque insuficientes para compensar en un año toda la producción perdida durante el presente ejercicio.
La normalización de las condiciones sanitarias servirá, pues, como anticipo de una progresiva recuperación que, a priori, debería devolver la tasa de ahorro a los niveles habituales, cerca del 12% del ingreso familiar. No obstante, las autoridades europeas deberían aprovechar la crisis del covid-19 para introducir reformas que permitan elevar los niveles de ahorro de los hogares europeos.
Ahorro y pensiones
Quizá la fórmula más inteligente de promover el ahorro es vincular dicho esfuerzo al sistema de pensiones. De esta forma se conjuga el esfuerzo de las familias para trasladar al futuro parte de su renta presenta con la necesidad de favorecer un mayor nivel de capitalización de los mercados, con la mejora de las condiciones jubilación como la tercera etapa del círculo virtuoso que promueve este tipo de medidas.
Así, los incentivos fiscales de aportaciones a planes de pensiones vigentes en la UE-27 se sitúan un 3% por debajo de la media de la OCDE, pero con grandes diferenciales por países. Irlanda los prima un 82,5% con respecto a la media del mundo desarrollado, mientras que Lituania los bonifica un 76,1% más y Holanda los incentiva un 72,6% más. Por el contrario, Suecia bonifica estos planes un 70% menos que la media de la OCDE, mientras que Grecia se sitúa un 56% por debajo de dicho umbral. La brecha también es notable para Grecia y España, que están un 45% y un 41% por debajo del promedio de la OCDE.
Calculado en porcentaje del PIB, el patrimonio en instrumentos de ahorro para la jubilación alcanza el 171% en Holanda, el 48% en Finlandia, el 32% en Irlanda, el 10% en Portugal, el 9% en España, el 8% en Italia o el 7% en Alemania y Bélgica. Existen, por otro lado, sistemas público-privados de pensiones que favorecen este tipo de ahorro combinando el modelo de reparto con esquemas de capitalización.
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