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Repensar la desigualdad

Thomas Sowell, economía con sentido común

Instituto Cato

Para hablar de inequidad o de disparidad, es fundamental recuperar los fantásticos trabajos que Thomas Sowell ha dedicado a estas cuestiones desde hace décadas....

Thomas Sowell creció en Harlem. A sus dieciséis años dejó la escuela y se puso trabajar como repartidor de Western Union. Pasado el tiempo, decidió alistarse en la Marina estadounidense, donde completó un servicio de dos años coincidiendo con la Guerra de Corea. Años después completó su formación universitaria como economista en la Universidad de Harvard, para después completar un Máster en la Universidad de Columbia y doctorarse en la Universidad de Chicago.

Antes incluso de entrar en la universidad, Sowell empezó a interesarse por asuntos como la desigualdad o la pobreza. Durante su etapa universitaria estudió con interés las teorías económicas de la extrema izquierda, especialmente las de Karl Marx. Sin embargo, un breve periplo como en ell Ministerio de Trabajo le hizo cuestionarse muchas de sus ideas.

Evaluando las cifras de desempleo de Puerto Rico, Sowell pudo comprobar con detalle el resultado de algunas de las ideas de política económica que él mismo defendía sobre el papel. Por ejemplo, puesto que él abogaba por subir drásticamente el salario mínimo, el experimento del Estado asociado era de especial interés. Al fin y al cabo, al aplicar en la isla el mismo coste laboral básico que en los cincuenta territorios de la Unión, se estaba brindando a los puertorriqueños la posibilidad de tener un salario mínimo muy elevado en relación con su renta media. El resultado, claro está, no podía estar más lejos de lo que esperaba Sowell. El paro se disparó y muchas personas terminaron excluidas del mercado de trabajo.

Al constatar la ineficacia de las políticas que, en teoría, debían solucionar los problemas sociales, Sowell empezó a replantearse muchas de sus ideas económicas. Con el paso de los años, su obra fue girando hacia postulados liberales, alentado por el maestro Milton Friedman, quien no dudó en brindarle la oportunidad de ser uno de los participantes en los debates televisados de su serie de divulgación “Libertad de elegir”.

En su libro “Conflicto de visiones”, de 1987, Sowell plantea la existencia de dos formas distintas de mirar el mundo. Hay una mirada estrecha que ve los males el mundo como el resultado de las infelices limitaciones que tenemos a la hora de tomar decisiones. El ser humano estaría moral e intelectualmente limitado. Sin embargo, también hay una mirada amplia, que entiende que el ser humano se ve limitado por instituciones que frenan su capacidad de encontrar soluciones a sus problemas. La creatividad y la libertad permiten que florezcan sociedades mejores.

Buena parte de la obra de Thomas Sowell gira en torno a las consecuencias inesperadas de las políticas de discriminación positiva. Desde hace décadas, Sowell ha denunciado las normas preferenciales como un obstáculo para el progreso de la población afroamericana.

En paralelo, Sowell ha estudiado la importancia del capital social como factor generador de progreso. Según sus informes, la tasa de pobreza entre los negros que están casados ha sido inferior al 10% desde hace más de veinticinco años, alcanzando recientemente niveles del 6-8%, mientras que el conjunto de la población afroamericana registra una tasa de pobreza de entre el 20% y el 25%. Por tanto, “las decisiones de vida tienen consecuencias importantes y las diferencias no se explican por políticas de discriminación, sino que se deben a disparidades en la forma de actuar”. De igual manera, el estudio del capital social entre la población blanca muestra un patrón similar. No hablamos, pues, de un fenómeno aplicable solamente a la ciudadanía negra, sino a un factor recurrente entre el conjunto de la sociedad que nos recuerda que las decisiones individuales son vitales para explicar nuestra trayectoria futura como ciudadanos y trabajadores.

En una Europa atenazada por un intervencionismo creciente en la economía que tiende a justificarse con argumentos muy similares a los observados en Estados Unidos, el sentido común de Sowell nos invita a evaluar las políticas según sus resultados y a recuperar el cultivo de una economía basada en el esfuerzo, la competencia y la libertad.   

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