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El Futuro de la Unión Europea

Ya lo decía Antonio Machado: caminante, no hay camino, se hace camino al andar...

Si de algo podemos estar orgullosos es del número de veces que se ha hablado sobre el futuro de la Unión Europea aquí, en The Conservative y, sobre todo, en la sección española. Desde este medio hemos intentado dar un poco de luz a este apartado de Bruselas del que muchos hablan, pero muy pocos comentan, analizan, critican o proponen alternativas. 

Hoy, a diferencia de artículos anteriores, no vamos a contaros las andaduras del movimiento conservador europeo para garantizar un futuro alternativo al futuro federalista y oficialista de los defensores de ese súper país que muchos en Bruselas quieren crear, y pocos en los países europeos apoyan. Hoy vamos a hablar de un futuro alternativo para nuestra Unión Europea, un futuro de ciencia ficción, pero sustentado en la idea original de esa Europa que ilumina el mundo. Una Europa llena de 27 faros con luz propia, pero todos decididos a aportar luz en la misma dirección, aunque con distinta intensidad. 

La Unión Europea fue pensada como una cooperación entre países de forma voluntaria, un gran club en el que todos, con los mismos valores – los cristianos que crearon la Civilización Occidental – hacemos por entendernos entre nosotros, aceptar las distintas leyes como válidas y respetar a los países miembros, como iguales y amigos. 

Esa historia del pasado que hoy parece ciencia ficción, es la historia por la que – a juicio de este humilde escritor – vale la pena contar y defender. Una Unión Europea donde España no es más que Portugal, ni Alemania más que Croacia. Una Unión Europea donde las prioridades de Holanda no tienen que ser las mismas que las de Italia pero ambos pueden colaborar y cooperar para fortalecer y ayudar a su vecino. Una Unión Europea que no impone normativas desde Bruselas hacia París o Varsovia, sino que crea regulaciones donde las normativas de Viena y Atenas son reconocidas mutuamente siempre que no se contradigan. La piruleta que se puede vender en la tienda de Estocolmo debería contar con todas las garantías para el tendero de Dublín, sin necesidad de tener una ley europea que dicte que tipo de contenido debe tener. 

Somos un club de iguales, naciones soberanas e independientes, avanzadas y con instituciones nacionales serias y creíbles. La Unión Europea del sentido común nos convertiría a todos en mejores vecinos y en amantes de la oportunidad que la Unión significa. 

No es para nada difícil ver esa historia de amor entre los ciudadanos de las naciones europeas y la Unión Europea. No hace mucho que esa historia estaba viva, allá por donde fuésemos la veíamos y millones de ciudadanos veían en la cooperación sólo ventajas. 

La historia nos tiene que enseñar que la imposición no funcionará y el futuro de la Unión Europea tiene que ser libre o nunca será una Unión. Ya hemos dicho en muchas ocasiones que la oportunidad que tenemos con la Conferencia sobre el futuro de Europa es enorme. Los ciudadanos tenemos la oportunidad de alzar nuestras voces para exigir un futuro alternativo, uno que no está escrito por las carísimas plumas de Bruselas. Tenemos la posibilidad de escribir uno en el que cambiando el rumbo, volvamos a resurgir el espíritu europeo que dio a los países de Europa, y sus ciudadanos, la oportunidad de proteger la libertad que tan escasa era hace sólo 30 años. 

La Unión Europea sólo se podrá seguir construyendo con el esfuerzo de sus 440 millones de ciudadanos de 27 nacionalidades. Ellos saben mejor que nadie que Europa es 27.