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Un vistazo a las previsiones

Covid-19 en Europa: recesión generalizada, con intensidad divergente

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La Comisión Europea estima que la economía europea cederá un 9% en 2020, pero el desplome será mucho menor en Polonia (-4,6%) y llegará al 11,2% en Italia. Analizamos las divergencias de una salida asimétrica de la crisis económica y sanitaria. ...

Las estrictas medidas sanitarias adoptadas en toda Europa para contener el avance del covid-19 han tenido un impacto casi inmediato en la producción económica del Viejo Continente, que ha experimentado su mayor caída desde la II Guerra Mundial. Los indicadores adelantados sugieren que la economía comunitaria ha operado un 25-30% por debajo de su capacidad a lo largo del segundo trimestre del año, lo que augura una importante caída del PIB anual.

El descenso del PIB en el primer trimestre del año se situó en el 3,6% en la Eurozona y en el 3,2% en el conjunto de países miembros de la Unión Europea. El segundo trimestre fue aún más duro, con un descenso del 12,1% en la Eurozona y del 11,7% en la UE-27. Para el conjunto del año 2020, la proyección de verano divulgada por la Comisión Europea estima que la caída será cercana al 9%.

Lo peor de todo es que la recuperación de los niveles de producción anteriores a la pandemia tardará tiempo en producirse. Según la CE, el rebote del crecimiento en 2021 se limitará al 6%, de modo que la producción económica del Viejo Continente entrará en 2022 un 2% por debajo de los niveles previos al covid-19.

Hay, eso sí, grandes divergencias en la intensidad de la crisis que prevén los técnicos de la Comisión Europea. Mientras que la caída del PIB esperada para Polonia en el año 2020 será del 4,6%, España se movería en un escenario recesivo que podría alcanzar una corrección del 11,2%.

De igual modo, las economías que sufrirán una mayor corrección en 2020 pueden enfrentar un proceso de recuperación más lento que el esperado en la mayoría de economías del Viejo Continente. En España, por ejemplo, el descenso del PIB será del 10,9% en 2020, mientras que el rebote de 2021 solo llegará al 7,1%. Según estimaciones de la agencia de calificación de deuda Fitch, el país ibérico podría esperar a 2023 o 2024 para recuperar los niveles de producción anteriores a la pandemia.

El empleo también ha sufrido de forma muy directa el impacto económico de la pandemia. Frente a las subidas interanuales del 1% de los dos últimos trimestres de 2019 o la mejora del 0,5% registrada entre enero y marzo, los meses de abril y junio se saldaron con un descenso de la ocupación del 2,9% en la Eurozona y el 2,7% en la Unión Europea. En países como España, la cifra real de paro ha llegado a superar el 30%, sumando los desempleados oficiales y los trabajadores afectados por despidos temporales. 

Un “rescate” con muchas sombras

El “plan de rescate” negociado en clave comunitaria servirá para evitar el colapso inmediato de la economía europea, pero está por ver si los 750.000 millones de euros consignados para esta iniciativa tendrán un impacto duradero. En cualquier caso, la experiencia de la pasada crisis, marcada por la lenta, controvertida y decepcionante implementación de los programas de “rescate”, nos recuerda que la solución a los problemas de las economías nacionales vendrá necesariamente de las reformas que terminen adoptando los países más afectados.

En este sentido, es una buena noticia que la negociación del acuerdo girase en torno a la necesidad de introducir medidas de condicionalidad y herramientas de control, una postura defendida por algunos países miembros, entre los que destacó la línea pro-austeridad de los gobiernos de Austria, Dinamarca, Países Bajo y Suecia, el grupo de los “cuatro frugales”, a quienes se les sumó posteriormente Finlandia. El tiempo dirá si estas medidas son suficientes para asegurar un cumplimiento generalizado de los compromisos acordados.