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Análisis coste-beneficio

Capacidad sanitaria y vacunación de mayores, las inversiones más eficientes contra el covid-19

CAM

Lo primero reduce la gravedad de los hospitalizados, al permitir una atención apropiado, y lo segundo reduce su número, al generalizar la inmunidad entre los grupos de riesgo. ...

Tras el estallido de la pandemia del covid-19, las autoridades europeas han defendido la imposición de confinamientos o medidas restrictivas de la vida económica y social alegando que, en caso de que no se adopten estas limitaciones, la capacidad del sistema sanitario se verá desbordada y los infectados por el nuevo coronavirus no podrán ser atendidos adecuadamente.

Sin embargo, este análisis estático ignora que la capacidad sanitaria no es estática sino dinámica, de modo que la necesidad de las restricciones puede aliviarse de forma notable si las Administraciones Públicas mueven ficha para asegurar una mayor elasticidad en el alcance de los recursos sanitarios.

Eso es precisamente lo que ha hecho el gobierno de Madrid, controlado por PP y Ciudadanos con apoyo parlamentario de Vox. En vez de cerrar la economía, la región de la capital española ha optado por estirar su capacidad sanitaria y concentrar la estrategia sanitaria en proteger a los grupos de riesgo, que concentran el 95% de la mortalidad por covid-19.

Preguntado por un periódico español, el profesor de salud pública de la Universidad de Stanford, Jayanta Bhattacharya, ha manifestado que “es muy interesante lo que ha ocurrido en Madrid, porque muchas personas atacan a los gobiernos que adoptan estrategias de adaptación porque sobreestiman la efectividad de los confinamientos para contener la propagación de la enfermedad e ignoran la importancia de conjugar la economía con la salud. De igual manera, se tiende a infravalorar la validez que tienen medidas concretas y menos invasivas, centradas en proteger a los grupos de riesgo”.

En este sentido, Bhattacharya ha recalcado que “los cierres de negocios no tienen un efecto notable en la propagación de esta enfermedad, de modo que tenemos que replantear las políticas basadas en introducir restricciones generalizadas, sobre todo porque tienen efectos secundarios muy preocupantes, tanto para la economía como para la salud”. En cambio, los planes de elasticidad “sí que arrojan buenos resultados, porque mejoran la capacidad de atender a los enfermos y reducen el coste para el conjunto de la sociedad”.

La Comunidad de Madrid ha aumentado su capacidad sanitaria a base de posponer cirugías no urgentes, cerrar acuerdos de colaboración con la sanidad privada, abrir hoteles medicalizados para atender a pacientes con un cuadro de menor gravedad y construir en apenas tres meses un nuevo hospital de emergencias, el Isabel Zendal, que concentra la atención del grueso de los positivos por covid-19 cuya situación infecciosa es más grave.

“Este es un ejemplo de buena inversión. El gasto sanitario hay que evaluarlo por su eficacia y su eficiencia y, en este caso, es evidente que hay muchas ventajas derivadas de tener una infraestructura así. Para empezar, relaja la presión sobre el conjunto del sistema hospitalario, de manera que se pueden atender todas las urgencias sanitarias de forma integral, sin déficits de cuidado. Pero no solo eso. Un hospital así te ayuda a reducir la posibilidad de que personas que sufren otros problemas de salud se contagien de covid-19, algo que ocurrió con especial intensidad en la primera ola. Reduciendo el margen de contagio de forma drástica te aseguras que personas que enfrentan una situación de salud grave no se ven, además, golpeadas por el coronavirus. Y, en términos de recursos humanos, el hecho de que el hospital se centre en atender el covid-19 ayuda a especializar el trabajo, crea sinergias entre los trabajadores y aumenta la eficacia en los tratamientos”, explica Bhattacharya al diario español. 

Cabe subrayar que el nuevo hospital madrileño ha reducido un 70%  los ingresos UCI gracias a sus protocolos de tratamiento especializado, que permiten atajar de forma más rápida y certera cualquier posible agravamiento de la infección, algo que es mucho más difícil de conseguir cuando el tratamiento de esta enfermedad se compagina con las demás urgencias de un hospital al uso. La especialización, pues, arroja resultados muy favorables en términos sanitarios, al igual que sucede en la economía. 

Pero Bhattacharya no es una voz aislada. Su compañero de la Universidad de Stanford, el epidemiólogo John Ioannidis, ha analizado los estudios de seroprevalencia que se han realizado a nivel mundial y ha cruzado estos datos con las cifras de mortalidad asociadas al covid-19. Su conclusión es que la letalidad media del covid-19 para personas sanas menores de 70 años sería de apenas un 0,05%. Dicho de otro modo, el 99,95% sobrevive la enfermedad y, de hecho, más de un 80% ni siquiera presenta síntoma alguno. Además, la letalidad tiende a cero entre los menores de 50 años, incluso en cálculos más pesimistas, siendo extraordinariamente infrecuente en menores de 65 años sin patologías concomitantes. ¿Qué nos quiere decir esto? Que en vez de adoptar confinamientos generalizados, lo más importante que podemos hacer ahora es normalizar la actividad económica, aumentar la capacidad sanitaria y vacunar a los grupos de riesgo. La evidencia disponible en las regiones españolas que han avanzado más rápido en la inmunización de los mayores es clara: territorios como Andalucía ya constatan una brusca caída de los hospitalizados de más de 60 años, de modo que las rondas de vacunación están teniendo un efecto directo en la evolución de la pandemia y las restricciones económicas están cada vez menos justificadas.