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Ascensor social

Movilidad social en Europa: un debate necesario

Shutterstock

Promover una mayor movilidad pasa por reparar los "fallos de Estado", que no "de Mercado", en campos como el mercado de trabajo o la educación. ...

“La desigualdad se ha convertido en uno de los ejes centrales del debate político en los países europeos. En los últimos años ha aparecido una abundante literatura sobre la cuestión. Sin embargo, se presta menor atención a un fenómeno mucho más importante, a saber, el funcionamiento del denominado de manera coloquial ascensor social”.

Así arranca el último informe de la consultora Freemarket Corporate Intelligence, que preside Lorenzo Bernaldo de Quirós. El economista español recalca en el estudio que, “en un modelo de capitalismo competitivo, la posibilidad de recompensar el mérito y el esfuerzo con independencia del origen social y económico de cada individuo ha sido, es y debe ser un objetivo fundamental y uno de sus factores de legitimación”. Sin embargo, el autor considera que “esta expectativa se ha visto reducida a lo largo de las dos postreras décadas. Amplios sectores de la población situados en los segmentos de ingresos medios-bajos y bajos tienen la sensación de que sus opciones de mejorar su situación financiera en el trascurso de su vida son cada vez más limitadas y muchos piensan que pueden empeorar. Ese panorama es la causa determinante de la conversión de la desigualdad en una cuestión de enorme actualidad”.

Como recuerda Bernaldo de Quirós, “en una sociedad en donde la probabilidad de subir en la escala social es una alternativa real y abierta, la existencia de diferencias, aunque sean elevadas, entre las personas con ingresos más altos y más bajos no constituye un problema ni se siente como tal. Pero, esta percepción se modifica de manera sustancial cuando los individuos ubicados en los peldaños inferiores de la distribución de la renta pierden su esperanza de prosperar. Esto es en buena medida lo que ocurre hoy en buena parte de los países avanzados y que se ha agudizado a raíz de la Gran Recesión”.

El economista español recalca que “la movilidad social es un elemento fundamental a fortalecer en las sociedades desarrolladas, porque existe una creciente impresión de que el éxito de los hijos depende cada vez más del status económico de sus padres. En otras palabras, comienza a asentarse la idea de que los miembros de las familias menos favorecidas tienen pocas posibilidades de ascenso social, mientras los de aquellas con niveles de ingresos elevados mantienen su posición de generación en generación. Esta situación tiene importantes y dañinas consecuencias sociales, políticas y económicas. Por un lado, la falta de movilidad ascendente implica que muchos talentos no tienen posibilidad de desarrollarse y esta inversión, potencialmente rentable no se explota. Esto tiene altos costes de eficiencia para la economía. Por otro, los individuos que adquieren una posición socio-económica superior a la de sus padres tienden a tener un mayor nivel bienestar que no se refleja sólo en términos financieros. Finalmente, una sociedad con igualdad de oportunidades propende a tener menores niveles de conflictividad; la carrera a los talentos está abierta y quienes la emprenden son recompensados”.

Pero, como recuerda el estudio, “la tesis según la cual el mal funcionamiento del “ascensor social” es la consecuencia de fallos de mercado no resulta consistente. Al contrario, la evidencia empírica muestra que son las políticas públicas vigentes la causa fundamental del deterioro de la igualdad de oportunidades; esto es, de la meritocracia. Fenómenos como la desigualdad y la pobreza son los síntomas de un marco institucional que obstaculiza y desincentiva la movilidad ascendente de los individuos procedentes de las familias menos favorecidas hacia niveles superiores de renta. Se está, pues, ante un clásico “Fallo de Estado”, que no de mercado”.

Así, el estudio concluye que “la principal brecha o, mejor dicho, los factores que lastran de manera evidente el funcionamiento del ascensor social son dos: la educación y las oportunidades laborales”. Mejorar la preparación y favorecer el empleo son dos asignaturas pendientes que Europa no está resolviendo de forma satisfactoria. Si a esto le sumamos una deriva productiva hacia una economía de bajo crecimiento y alta regulación, parece evidente que el deterioro está garantizado.

La Europa de mañana no puede permitirse el enquistamiento del desempleo juvenil, el aumento de las frustraciones de las clases medias y el empobrecimiento progresivo de una sociedad que, de generación en generación venía mejorando sus niveles de bienestar. Reparar el “ascensor social” es una prioridad máxima, de primer orden para las autoridades, y cualquier demora en este frente afectará directamente al bienestar de los europeos de hoy y de mañana. 

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